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El Poder del Evangelio: La necesidad de justicia

Retomamos nuestro estudio de la carta del Apóstol Pablo a los Romanos. Es necesario dar un pequeño resumen de todo lo que se nos ha hablado en  los capítulos anteriores. En primer lugar, el Apóstol explica la inclinación del hombre hacia el pecado, dándole la espalda a Dios y a sus mandatos, fueron entregados a sus placeres y pecados "28...para hacer cosas que no convienen; 29estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad..." (Romanos 1:28-29 RV60).

Por otro lado, Pablo de igual manera hace mención de aquellos a quienes se les fue dada la responsabilidad de cumplir y extender el mensaje de Dios, la ley; aquellos que se jactaban de ser el pueblo de Dios, que con menosprecio veían a los demás, acusaban de pecados y delitos a otros sin mirarse internamente, sin ver lo que ellos tenían en su corazón, creyendo que de alguna manera estaban exonerados del juicio de Dios sobre el pecado.

Nos corresponde abordar entonces el capítulo 3 de esta carta a los Romanos, mi invitación es a que usted, querido lector, pueda leer el capítulo completo ya que aquí abordaremos algunos versículos e intentar extraer el mensaje central de Pablo hacia sus lectores.

Al comenzar a leer este capítulo, podrá encontrar una serie de preguntas con sus respuestas, acerca de varias objeciones que puede surgir a lo que el Apóstol Pablo ha venido explicando anteriormente. Me tomaré la libertad de resumirla en una sola frase: Todos están bajo condenación a causa del pecado.

Muy probablemente usted podrá decir (como alguna de las objeciones que aparecen en el capítulo) "¿Pero los judíos, siendo el pueblo de Dios, cargados de tantas promesas y bendiciones, también están bajo la condenación del pecado? ¿Sí es así, Dios es un mentiroso entonces?" Y la respuesta es, sí, están bajo la condenación del pecado, y no, Dios no es mentiroso, ni se olvidó de las promesas hechas a su pueblo, como dice el Apóstol "4...antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso..." ¿Cómo responde eso a su pregunta? Ya la contestaremos a continuación.

La intención de la Ley no fue poder salvar al pueblo de su condenación con el pecado, la intención de ella era, como explicamos en otros escritos, funcionar como una especie de espejo al corazón y la mente, dejando al descubierto la incapacidad del hombre de llegar al estándar tan alto que Dios exigía en cuanto a la santidad. Así deja al descubierto que el hombre no puede salvarse por sí mismo, por sus obras, era necesario un sacrificio supremo para pagar el castigo del pecado. Por eso, está escrito:

10…No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14Su boca está llena de maldición y de amargura. 15Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16Quebranto y desventura hay en sus caminos; 17Y no conocieron camino de paz. 18No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Romanos 3:10-18 (RV60)



¿A qué llegamos con todo esto? ¿Tanto hablar de que somos condenados sin salvación? Para nada, esto es una introducción para conocer cuál es el fin entonces de la obra redentora de Jesucristo, el punto álgido del propósito de su sacrificio, nuestra justificación. Fijémonos en algunos versículos, específicamente del 21 al 31:

21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús…28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley…30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
Romanos 3:21-26, 28, 30-31 (RV60)

¿Recuerda el ejemplo anterior que usamos acerca del ladrón que intenta escapar de su condena pidiéndole perdón al juez? Bien, ahora imagine que en medio del juicio entra un hombre, un hombre que ha cumplido la ley a cabalidad, y no se ha desviado moralmente, este hombre libre de alguna culpa dice "dejen a este hombre libre, yo pagaré la deuda y la sentencia que le corresponda". Sabemos que en el mundo actual no se podría realizar una transacción como esta, sin embargo, es justo el trato que se está realizando: Alguien libre de culpa, toma el lugar del culpable, para así dar libertad de culpa a esta persona. Exactamente este es el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario.

Mi querido amigo, esta es una invitación a que puedas mirar a la Cruz del Calvario, el hombre que está allí crucificado es inocente, y está soportando todo ese dolor, esa condena, por ti, para tu salvación. Dios proveyó el medio para justificarte y darte salvación, pero solo podrás ser justificado, si reconoces a Jesús como tu Señor y tu Salvador. Si ya eres cristiano, mi invitación es a que puedas valorar este milagro por encima de cualquier milagro que puedas estar valorando: La salvación de tu alma. Dios te bendiga.

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