Imagínese que vive con un experto en la mente humana, digamos (por ejemplo) que es psicólogo, conviven independientemente de su profesión porque antes que psicólogo es humano, pero existe un pequeño detalle, esa persona se ha preparado para analizar el comportamiento de sus pacientes y, aunque usted no sea su paciente, le será difícil en algunas ocasiones pasarse “el switch” y no darse cuenta de la forma en que actúa; así que, si entonces notara alguna conducta que puede ser dañina para usted podría decírselo, mucho más si siente aprecio hacia usted y, si es como la mayoría de las personas, no le va a ser agradable aunque le tenga mucho cariño, puede que le haga enojar que le muestren sus errores.
La Palabra de Dios dice en Juan 14 que El Padre nos daría [a aquellos que recibimos a Jesús y le amamos (vv.12, 15 y 17)] a otro Consolador, el Espíritu de verdad, para que estuviese con nosotros por siempre y habitara en nosotros, lo cual confirma Pablo en su carta a los Corintios al preguntar: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16); este capítulo revela además una preciosa verdad en el verso 26 “el Espíritu Santo… él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Jesucristo había estado enseñando por tres años, explicando la ley y llevando el mensaje de salvación donde quiera que iba, aquellas “lagunas” que habían en los mandamientos fueron aclaradas y ampliadas para su mejor comprensión, en otras palabras, dejó las instrucciones de cómo debíamos vivir y hoy están compiladas en nuestras preciadas Biblias, que tanto costó a hombres y mujeres de Dios (incluso sus vidas en muchos casos) hacer que llegaran a nuestras manos.
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La Palabra de Dios dice en Juan 14 que El Padre nos daría [a aquellos que recibimos a Jesús y le amamos (vv.12, 15 y 17)] a otro Consolador, el Espíritu de verdad, para que estuviese con nosotros por siempre y habitara en nosotros, lo cual confirma Pablo en su carta a los Corintios al preguntar: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16); este capítulo revela además una preciosa verdad en el verso 26 “el Espíritu Santo… él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Jesucristo había estado enseñando por tres años, explicando la ley y llevando el mensaje de salvación donde quiera que iba, aquellas “lagunas” que habían en los mandamientos fueron aclaradas y ampliadas para su mejor comprensión, en otras palabras, dejó las instrucciones de cómo debíamos vivir y hoy están compiladas en nuestras preciadas Biblias, que tanto costó a hombres y mujeres de Dios (incluso sus vidas en muchos casos) hacer que llegaran a nuestras manos.
Decir que el Espíritu Santo nos recordaría lo que Jesús había dicho, significa que él traería a nuestra mente Su Palabra, pero ¿cómo podría recordarnos algo que no hemos oído, si la fe viene por el oír, y el oír la Palabra de Dios? (Rom. 10:17)
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?(v.14)
Dando gracias a Dios porque hemos oído y ahora Él habita en nosotros, tenemos la misión de llevar las buenas nuevas de salvación a toda persona, hasta lo último de la tierra (Hch. 13:47) pero también es cierto que seguimos teniendo defectos, entendemos que el que comenzó en vosotros la buena obra (el precioso Espíritu de Dios), la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Ef. 1:6).
Dentro de la misión del Espíritu Santo está:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?(v.14)
Dando gracias a Dios porque hemos oído y ahora Él habita en nosotros, tenemos la misión de llevar las buenas nuevas de salvación a toda persona, hasta lo último de la tierra (Hch. 13:47) pero también es cierto que seguimos teniendo defectos, entendemos que el que comenzó en vosotros la buena obra (el precioso Espíritu de Dios), la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Ef. 1:6).
Dentro de la misión del Espíritu Santo está:
Enseñarnos y recordarnos la Palabra de Dios (Juan 14:26)
Guiarnos a toda verdad (Juan 16:13)
Consolarnos (Juan 14:16)
Interceder por nosotros (Rom. 8: 26-27)
Dar testimonio de Jesús y glorificarle a Él (Juan 15:26 y 16:14)
Convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8)
Guiarnos a toda verdad (Juan 16:13)
Consolarnos (Juan 14:16)
Interceder por nosotros (Rom. 8: 26-27)
Dar testimonio de Jesús y glorificarle a Él (Juan 15:26 y 16:14)
Convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8)
De tal manera que, a través de la Palabra de Jesús y mediante la guía del Espíritu Santo dentro de nosotros, El Padre también tiene el poder de corregirnos, ¡ése es el centro de este mensaje! ¿Recuerdan la analogía sobre vivir con un experto en la mente humana a la que hicimos referencia al principio? Pues, habitar con el amado Espíritu es similar, nos ama con amor eterno (Jer 31:3) busca nuestro crecimiento (Gen.48:12, Sal.92:12) pero su guía implica también decirnos lo que estamos haciendo mal para que seamos transformados de gloria en gloria (2 Cor.2:18).
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Proverbios 3:11-12 nos exhorta:
No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;
Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
Ni te fatigues de su corrección;
Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
El castigo entonces corresponde a los hijos, no como el que se ensaña a azotar a un esclavo, sino como el padre que ama a su hijo y que sabe que si no lo corrige será mayor su sufrimiento en el futuro, así pues, si somos hijos (1 Jn 3) nuestros corazones podrán ser purificados por su corrección (Prov.20:30)
Si soportamos la disciplina, Dios nos trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces seriamos como bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los respetábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Así que, es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza [recordando que la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. (2 Cor. 7:10)] Pero después da fruto apacible de justicia (Heb. 12: 7-11) a los que en ella han sido ejercitados.
Dese la oportunidad de ser corregido por Dios, de experimentar ser hijo, de escuchar su voz a través de la Biblia y de la revelación dada por El Espíritu Santo. Disfrute saber que es amado, comprendido, enseñado, purificado cada día, en el camino a alcanzar la medida de Cristo.
Dese la oportunidad de ser corregido por Dios, de experimentar ser hijo, de escuchar su voz a través de la Biblia y de la revelación dada por El Espíritu Santo. Disfrute saber que es amado, comprendido, enseñado, purificado cada día, en el camino a alcanzar la medida de Cristo.
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