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Esta pregunta surgió en mi corazón durante una lectura de la palabra en Deuteronomio 5:30-31.
Dios acababa de hablar al pueblo desde en medio del fuego y de la nube, les dio lo que hoy llamamos los diez mandamientos y ellos temieron porque Él les había mostrado Su Gloria, y habían sobrevivido a ello, entonces le dijeron a Moisés que fuese él donde Jehová y que luego les dijera a ellos lo que le había hablado, a Dios le pareció bien pero luego, y esta es la clave, le dijo: “Diles que se vuelvan a sus tiendas, y tú quédate aquí conmigo”.
No sé si usted comprende la magnitud de aquellas palabras, aquél que se queda a su lado no necesita “que un hermano se levante y le dé una palabra”. No, usted debe desear estar con Él, y entonces verá que su Santo Espíritu hablará directamente a su corazón.
Quizá hablar de la intimidad con Dios al principio de nuestra vida cristiana parezca tan arriesgado como hablar de matrimonio en la primera cita, pero...
Nuestra meta es, precisamente, alcanzar ese nivel de comunión con nuestro Creador en el que nos revela cosas grandes y ocultas (Jer 33:3). No digo que ser pueblo esté mal, pero ser amigo es mejor, Jesús dijo: "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre” (Jn 15:15), Una vez más Su Palabra nos remite de forma sutil a la intimidad y a la confianza con que podemos (y debemos) acercarnos a Nuestro Padre, el pueblo le conoce, y seguramente si cumple con sus mandamientos será salvo, pero no habrá disfrutado del deleite de su cercanía.
¿Cómo seguir un camino si no sabemos a dónde nos lleva?
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Nuestra meta es, precisamente, alcanzar ese nivel de comunión con nuestro Creador en el que nos revela cosas grandes y ocultas (Jer 33:3). No digo que ser pueblo esté mal, pero ser amigo es mejor, Jesús dijo: "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre” (Jn 15:15), Una vez más Su Palabra nos remite de forma sutil a la intimidad y a la confianza con que podemos (y debemos) acercarnos a Nuestro Padre, el pueblo le conoce, y seguramente si cumple con sus mandamientos será salvo, pero no habrá disfrutado del deleite de su cercanía.
El amigo te hace partícipe de sus planes
En génesis 18:17 Dios dice “¿Encubriré a Abraham lo que voy a hacer?”, Abraham confiò tanto en Dios que Él le confiaba sus planes y fue fiel a cada promesa que le hizo. El salmista se preguntò «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano para que lo tomes en cuenta?» y, ciertamente, Dios no nos debe nada, pero se complaciò en relacionarse con nosotros, en amarnos, en incluirnos en sus planes. Mi pregunta para usted es ¿quiere ser considerado pueblo o amigo? Si quiere caminar a diario con Dios, ser guiado, pero también acompañado le invito a tomar tiempo para conversar con Él en cada oportunidad que tenga, en la calle, en el trabajo, cuando bebe café, cuando come (tengo un articulo completo donde hablo de tenerlo en cuenta en nuestro diario vivir) y verá que naturalmente se irá haciendo parte de usted.
Muchos hablan del río de Dios (Ez. 47 ) y acerca de su deseo de nadar en las aguas de Su Presencia, y les confieso que, aunque yo amo ese río, prefiero estar en la fuente, allí en el pequeño riachuelo que brota de la roca, donde debemos acercarnos para beber, vamos allí donde el silencio es tan profundo que solo puedes disfrutar de estar ahí, donde el agua es más pura y dulce, habitemos en el silbo apacible, en el pecho de nuestro Señor, donde podemos oir Su voz, oler Su perfume, sentir Su respiración y los latidos de Su corazón.
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